Publican libro sobre Sendero Luminoso en España

Fue ganadora del XL Premio Jaén de Novela.
La pólvora y los inocentes (Ed. Almuzara), es la nueva novela del escritor peruano Carlos Dávalos cuyo tema central gira entorno al Ejército Guerrillero Popular de Sendero Luminoso durante los años ochenta y noventa donde se mezclan personajes como el cabecilla Abimael Guzmán con el comandante Benedicto Jiménez, artífice de la captura del líder senderista.
Por: J.C. Saire Arenas
Dávalos sigue en su línea indagatoria de los años de conflicto armado en su país donde en los Andes se inició una lucha armada con derramamiento de sangre al mando del ya extinto Presidente Gonzalo, pero cuya contra parte, el Estado peruano, dejo también la misma cantidad de pobladores asesinados.
En la novela podemos leer la historia de Julián Mendieta, un joven periodista que inicia su carrera en la sección policiales de un periódico limeño. A través de sus indagaciones conoceremos las vivencias de Samín Palomino una de las tantas víctimas de la demencia senderista, pero también descubriremos detalles de la llamada “Captura del Siglo”, por parte del equipo policial GEIN pero cuyo mérito fue aprovechado por otros.
La historia obtuvo el XL Premio Jaén de Novela convocado por la Fundación caja Granada y CaixaBank.
¿Crees que aún hay heridas abiertas de los años del conflicto armado en el Perú?
Carlos Dávadlos. No sé si haya heridas abiertas como tal. Lo que sí veo es cierta intención, desde algunos sectores políticos y mediáticos, de querer manipular y tergiversar lo que pasó en el Perú durante los 80 y parte de los 90. En la novela se cuenta como todo lo que ocurrió estuvo originado por una iniciativa del tipo marxista-leninista-maoista-pensamiento Gonzalo que quiso hacerse con el poder a punta de sangre, muerte y destrucción. La respuesta del Estado, equivocada en muchos casos, respondió a ese primer ataque. La mayor cantidad de víctimas por parte del Estado y los militares se dio durante los ochenta y no en los noventa como muchos creen.
¿Sabemos todo lo que realmente pasó en esa etapa?
C.D. A mi me interesaba rescatar en la novela como un grupo de policías, marginados por ese Estado, pudieron vencer la violencia con inteligencia, sin derramar ni una gota de sangre. Otra curiosidad es que los senderistas eran unos cuantos pocos. No sé si llegaba a los diez mil militantes en un país de 24 millones de habitantes que tenía el Perú por entonces.
¿En España hay mucha literatura y películas sobre la Guerra Civil, en el Perú se ha contado todo de la época terrorista?
C.D. Creo que a España le costó mucho más tiempo cerrar heridas, justamente porque se trató de una guerra civil. En Perú hemos estado muy lejos de eso, afortunadamente. No sé si se ha contado todo, imagino que hay muchas pequeñas historias que aún no se han contado.
¿Como se le cuenta al público español una masacre que sucedió a kilómetros de distancia, o al fin y al cabo, historias similares han sucedido en todas partes?
C.D. Yo creo que a pesar de que es una novela que ocurre en el Perú, el fanatismo y el dogmatismo ideológico es algo que en Europa ha estado presente. Apenas hace 80 años Europa se estaba desangrando en una guerra mundial justamente por fanatismos de este tipo. En España, en los años 80 y 90 tuvieron su propio Sendero Luminoso en el País Vasco con ETA. Aunque con contextos diferentes creo que la amenaza del fanatismo siempre está ahí, y esperemos que nunca se repita.
¿Actualmente los olvidados por el Estado peruano son una puerta abierta a que la época del terror vuelva?
C.D. En la novela se cuenta justamente cómo Guzmán y compañía utilizaban a los más pobres para poder llevar a cabo sus planes revolucionarios. Necesitaba a los pobres, no para sacarlos de la pobreza, sino para que fueran ellos los que lo llevaran al poder. Para él mientras más pobres hubiera, mejor para sus planes, porque los pobres irían a ser su «ejército guerrillero popular». En ese sentido, si quitamos la lucha armada y la violencia explícita, Guzmán podría parecerse a cualquier político de nuestro tiempo. Él, como cualquier político, utilizaba a la gente para sus propios intereses y fines políticos.
¿Cuánto te tomó el proceso de investigación para escribir la novela?
C.D Crecí durante esos años en Lima y el tema de Sendero siempre estuvo presente: los apagones, los coches bomba y las noticias diarias en la televisión. Digamos que el germen primigenio de la novela está ahí. Luego tuve la oportunidad de hacer un reportaje alrededor del 2013 en el que fui a la cárcel de mujeres senderistas para entrevistar a una de ellas. Para ese mismo reportaje también me entrevisté, entre otros, con Benedicto Jiménez, uno de los personaje de la novela. Desde entonces ya la idea de una novela así me daba vueltas en la cabeza. Luego leí mucho sobre el tema: casi todo lo que caía en mis manos. O sea que se podría hablar de muchos años. Pero concretamente el periodo de trabajo de escritorio en el que me senté de lleno a trabajar la novela fueron dos años y medio.