La película Hija Pródiga se proyectará en Madrid

La película Hija Pródiga se proyectará en Madrid

La película Hija Pródiga de la directora peruana Mabel Valdiviezo, afincada en California, forma parte de la programación del III festival de Cine Peruano en Madrid. Somos Latinos habló con ella.

Por: J.C. Saire Arenas

El documental narra la historia de la propia Mabel quien después de 16 años se reúne con su familia en Perú (de donde escapó de la persecución política), luego de vivir su exilio en Estados Unidos a donde llegó «desamparada» y donde encontró «un nuevo camino para vivir una vida plena».

¿Cómo ha sumado la migración a tu mirada en el arte?
Tanto en cine como en las artes visuales y en la performance, mi obra se centra en las experiencias de inmigrantes racializados e indocumentados, abordando la narrativa del sentido de pertenencia como un portal hacia la solidaridad radical. Mi documental «Hija Pródiga» me muestra pintando con acuarelas y acrílicos sobre fotografías de archivo, entrelazando la memoria personal y colectiva para representar mi vivencia de la separación familiar y el anhelo de reconectarme con mi familia y la cultura peruana.

Íntima en su ejecución, mi trabajo refleja y subvierte la difícil situación de los cuerpos inmigrantes en fronteras disputadas. Con una paleta vibrante, mis pinturas rinden homenaje a la fuerza y el coraje que los inmigrantes llevan consigo en su vida cotidiana.

Concibo el arte como un acto de dignidad y sanación. Desde esta mirada, mi trabajo se convierte en una parábola de nuestro tiempo, iluminando la experiencia inmigrante y lo que significa pertenecer en esta era tan divisiva.

¿Estar lejos de nuestra tierra nos acerca más a ella y a nuestra familia?
No necesariamente. A mi me pasó que al principio de mi exilio y migración, yo no quería saber nada de Perú, de la sociedad peruana y de mi familia. Uno migra o se exilia porque ya no puede más con la realidad que le toca vivir. En Peru vivimos una guerra en los 80 y 90, y la profunda inequidad social y de género me llevó inicialmente a desear no volver nunca más. Pero vivir como migrante sudaca marginado en el supuesto primer mundo nos lleva a muchos a reconsiderar nuestros lazos rotos con nuestro pais y nuestra familia.

Como se ve en mi documental, a través de los años, la memoria y nostalgia de lo bueno que dejé atrás y el amor por mi familia inundó mi ser y entonces comencé a extrañarlos. Hoy, desde la diáspora, me siento más cercana a mi país y mi familia. Me siento cercana a los jóvenes peruanos que valoran mi documental y arte, el cual les da un contexto a lo que fue ser joven y mujer punketa «subte» en la Lima de los 80. Pero Perú sigue siendo un país muy complejo y muy difícil y me da una profunda pena tanto la crisis social, política y el alarmante nivel de crimen organizado que se ha apoderado de muchas ciudades lo que especialmente afecta a la gente trabajadora.

¿Cómo se lleva vivir tanto tiempo fuera de tu país?, ¿uno se acaba haciendo del país de «acogida»?
Creo que uno siempre vive entre dos mundos. Al menos ese es mi caso. Como que pertenezco y no pertenezco a dos sociedades, a dos países, a dos culturas. Hay momentos en los que me siento acogida por ambas culturas, y hay tiempos en que no me siento incluida. Migré a Estados Unidos en 1993, justo cuando el fujimorismo se apoderaba por primera vez de Perú. El gobierno de Estados Unidos siempre ha tenido una política migratoria que ha sido excluyente e inhumana a lo largo de su historia. Como indocumentada me tocó vivir en las sombras, como un fantasma insertado en la sociedad pero sin voz y sin cuerpo y presencia que me haga sentir igual que los demás y ser apreciada simplemente como ser humano.

Sí he encontrado personas amigas y comunidades creativas, artísticas en cine y en las artes, las que me siguen dando esperanzas de que es posible ser considerada como un ser humano con todos sus derechos. Hoy en día, con la terrible persecución enfocada en los migrantes trabajadores como chivos expiatorios, mi país de acogida no tiene nada de acogedor. Aún como ciudadana estadounidense no me siento segura pero viendo la historia occidental nos lleva a vivir la persecución de etnias y de los judíos en la segunda guerra mundial.

¿En Hija Pródiga qué papel juegan el amor y la reconciliación?
El amor nos purifica de las partes oscuras y difíciles de la condición humana. Siento que «Hija Pródiga» es una especie de carta de amor a mi familia y a mi misma, a la Mabel joven que buscaba ser artista y sobrepasar su condición migrante, social y de género. El amor siempre estuvo allí, pero como joven que se revelaba a sus padres y por las heridas de mi niñez, esto me lleva a alienarme de mis padres antes de emigrar y aún más durante los años que estuve como indocumentada en el país del norte.

Mi regreso a mi familia implicaba revisar nuestras relaciones emocionalmente distanciadas y también confrontar la memoria histórica peruana de la época de la violencia. Tenía que hacerlo para poder limpiar mi rencilla con ellos porque lo que más quería era reconectarme con mi familia y deseaba profundamente reinsertarme como peruana y reencontrar esas raíces de mestiza chola peruana y joven en la contracultura limeña. La película cubre ese viaje de reconección que me llevó muchos años lograrlo, y el arte visual tanto mío como de mi querida madre, es el que nos guía emocionalmente y visualmente a esa reconección y reconciliación.

Hoy sigo reconectándome, en parte también por el hecho que el documental está siendo mostrado tanto en Perú como en festivales peruanos en Madrid, Paris y New York, ciudades con una solida población peruana y latinoamericanos.

También quiero añadir que hoy tenemos censura a los medios, cine, arte, cultura, migrantes, mujer, género, memoria histórica, tanto en Perú como en Estados Unidos. Sigue pasando más y más y mi documental no se salva de esto.

El III Festival de Cine Peruano en Madrid se realiza del 14 al 22 de junio en diferentes salas madrileñas.

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